Desmond Tutu, arzobispo anglicano, compañero de lucha de Nelson Mandela contra el apartheid en Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz en 1984, murió en Ciudad del Cabo, a los 90 años de edad, fue una encarnación de la palabra, sus obras lo demuestran, aunque haya sido negro, aunque no haya sido católico, aunque haya sido viejo.
Ahí ha quedado su memoria escrita en realidades reconocidas por las Naciones Unidas, desde luego, por el pueblo sudafricano y que, de manera semejante a tantos hombres y mujeres, a lo largo de los siglos, han encarnado en su persona el AMOR DE LA SABIDURÍA CREADORA.
¡Animo! nos grita desde su tumba, ¡ánimo! ¡se pueden superar la violencia y la ignorancia!, ¡la opresión y la corrupción! La palabra se encarnó en Jesucristo y encarna en una comunidad y en cada persona que se compromete con su hermano, cualquiera persona humana.