El billar de la creación

Hace poco más de 30 años, cuando este su servidor escribía el libro “Cooperativismo, dimensión  cósmica  –  visión indígena”,  comentaba que la visión teológica es que “la Creación es como la gran carambola de Dios”. Vengo ahora a responder al “cuidado integral de la creación” porque la actitud y acción humana debe corresponder al plan divino, plan que bien estudiado, muestra que tal idea del billar no sea descabellada como pareciera.

A propósito de la creación y su cuidado, discurre así el Papa Francisco:(Laudato si 80): “Dios, que quiere actuar con nosotros y contar con nuestra cooperación, también es capaz de sacar algún bien  de los males que nosotros realizamos, porque “el Espíritu Santo posee una inventiva infinita, propia de la mente divina, que provee a desatar los nudos de los sucesos humanos, incluso los más complejos e impenetrables”.

Él, de algún modo, quiso limitarse a sí mismo al crear un mundo necesitado de desarrollo, donde muchas cosas que nosotros consideramos males, peligros o fuentes de sufrimiento, en realidad son parte de los dolores de parto que nos estimulan a colaborar con el Creador” Él está presente en lo más íntimo de cada cosa sin condicionar la autonomía de su creatura, y esto también da lugar a la legítima autonomía de las realidades terrenas.

Esa presencia divina, que asegura la permanencia y el desarrollo de cada ser, “ES LA CONTINUACIÓN DE LA ACCIÓN CREADORA” (Summa Theologiae I q 104 1 ad 4)…La naturaleza no es otra cosa sino la razón de cierto arte, concretamente del arte divino, inscrito en las cosas por el cual las cosas mismas se mueven hacia un fin determinado. Como si el maestro constructor de barcos pudiera otorgar a la madera que pudiera moverse a sí misma para tomar la forma de barco. (Idem, In octo libros physicorum Aristotelis expositio libro II lectio 14).

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