A cuatro años de su ausencia, el Padre Manuel Velázquez Hernández con su obra y testimonio se mantienen vigentes en una sociedad mexicana cada día más dinámica y de nuevos retos: sociales, económicos y políticos.
Los herederos de este pensamiento social y modelo de economía aplicado siguen trabajando incansablemente en un frente común cuyo objetivo es el servicio, la promoción y educación financiera sin descuidar los principios cooperativistas y el bienestar común en favor del pueblo.
Cuando me refiero a sus “herederos”, señalo y apunto a aquellos que no solamente laboran en las diferentes cooperativas y organizaciones establecidas y regidas por reglamentos y consejos, también quisiera sumar a los que de manera independiente continúan fomentando los principios del cooperativismo y que en sus diversas comunidades y regiones fueron tocados por la inspiración de un soñador.
Manuel Velázquez Hernández, como él lo menciono varias veces, fue un soñador de ojos abiertos, mente clara y principios puros, su locura, como él la definió en algún momento, lograba contagiar y convencer. Su semilla llegó a tierra fértil y su obra intelectual se convirtió en un importante detonador de la Economía Social Mexicana.
Conocer y compartir con el Padre Manuel Velázquez por sí mismo era ya una experiencia de vida; fácil de palabras, sencillo en su persona, atento a escuchar y dispuesto a transmitir experiencias y anécdotas.
Recordarlo en su aniversario luctuoso, es brindarle un espacio no solo en la historia sino también en la recapitulación de su pensamiento y principios. Que mejor mantenerlo fresco en la memoria de las nuevas generaciones de cooperativistas, de esta forma Manuel seguirá viviendo como inspiración y modelo de un hombre sencillo que entrego su vida por la Justica Social y que en todo momento vivió conforme a sus principios y creencias hasta el ultimo momento de su vida.
Termino su vida en paz y tranquilidad, rodeado de la gente que más quería en este mundo; esa noche del 3 de marzo 2020 se retiró a su habitación, atendido y arropado por sus sobrinas Rocío, Anabel y su hermana Carmelita.
Sería un sueño profundo y tranquilo donde entregaría su último suspiro y emprendería su viaje a la eternidad con serenidad.