Las personas que temporalmente ostentan el poder y la representatividad, ya sea en lo público o privado, y que fueron elegidos en contiendas políticas o en asambleas democráticas, son a quienes les corresponde velar por las necesidades e intereses de la población o de las instituciones que encabezan.
Si quienes han recibido la confianza ciudadana y/o de instituciones privadas, no cumplen con su responsabilidad de trabajar y defender los intereses públicos y/o de las agrupaciones que representan, ya sea por falta de capacidad, experiencia u oficio, o por el uso y abuso indebido de sus atribuciones, se pierde el equilibrio, pasando el poder de esas personas, coludidas regularmente con grupos, a perjudicar o joder a la ciudadanía y agrupaciones según corresponda.
Tanto en lo público como en lo privado, para cuidar no se pierda el equilibrio del ejercicio del poder de quienes lo ejercen, se requiere de instituciones y acciones ciudadanizadas de contrapeso.
En el gobierno ya sea municipal, estatal o federal, es imperante la conveniencia de que se ejerza una verdadera contraloría social, es decir, se requiere que se ciudadanice la responsabilidad de la fiscalización, para cuidar del manejo adecuado, uso y aplicación de los recursos públicos, así como de exigir una debida, verdadera rendición de cuentas.
Lo anterior quiere decir que, la responsabilidad de corroborar de que así se lleve a cabo, debe ser ejercida a través de alguna persona surgid@ de un consenso ciudadano, con el debido perfil, capacidad y experiencia profesional, y no por la designacion directa del presidente nacional, municipal o gobernador en turno.
En las agrupaciones, instituciones particulares o privadas, como empresas, sindicatos, cooperativas de consumo, cajas populares, clubes sociales o deportivos, para mantener el equilibrio y avance de objetivos institucionales, el cumplimiento transparente de su operación, debe darse a través de la vigilancia de los órganos autorizados por la máxima autoridad que son sus asambleas Para contrarrestar el gran flagelo de la corrupción, principal enemigo de la democracia y de la sociedad, debe atacarse de manera reforzada, con la participación ciudadana con esquemas adecuados para ello, favoreciendo en mucho, la información objetiva, fundamentada y precisa que se comparta en medios y redes sociales, desenmascarando a lobos vestidos de ovejas.