Acabo de celebrar mi aniversario laboral en una cooperativa y puedo decir que me siento muy contento de tener la oportunidad de pertenecer a este movimiento como socio y como colaborador.
Cuando tenía 23 años, casi recién salido de la universidad, me encontré a un amigo de la preparatoria que me contó que estuvo algunos meses en Canadá y que había sido una experiencia fenomenal. Me dejó la “cosquillita” y comencé a planear esa primera gran aventura de ir a estudiar inglés y conocer otro país.
Lo platiqué con mis papás y me dijeron que ellos no podrían apoyarme mucho con ese plan, pero mi mamá me sugirió que abriera una cuenta en una caja popular y que pidiera un préstamo, que ella sería mi aval.
Así lo hice: abrí una cuenta, deposité un ahorro que tenía y mis papás me apoyaron con otro tanto para poder acceder a un préstamo para hacer esa meta realidad.
Me sentí feliz el día que me llamaron para decirme que mi solicitud había sido autorizada. La caja popular había confiado en mi y en mi familia, cuando generalmente el acceso a un crédito era complicado para los jóvenes.
La experiencia no me defraudó: fue todo lo que esperaba y más. Al regresar, encontré un trabajo genial que me permitió ejercer mi carrera profesional y me dio el recurso para terminar de pagar el préstamo.
A partir de ahí, supe que el cooperativismo era un gran camino para que las personas podamos hacer realidad nuestros sueños.
Posteriormente y por azahares del destino, cambié de trabajo y mi nueva oportunidad laboral vino de una cooperativa financiera con cobertura regional en el centro del país, donde pude conocer y profundizar más sobre este movimiento, poniendo en práctica los principios cooperativos de la mano de compañeros y socios.
Tres años y medio después, me llegó una nueva oportunidad laboral en otro giro, decidí probar y acepté el reto, y me di cuenta de las grandes diferencias que hay entre una empresa privada y una cooperativa: en una cooperativa, el enfoque humano y social es el motor de sus acciones, lo cual, brinda una gran alegría personal que te marca y te motiva siempre.
Por ello, puse mi empeño en retomar mi vida laboral en el cooperativismo y, como si el destino jugase a mi favor, pude ingresar en la cooperativa más grande e importante de México, para seguir aprendiendo, compartiendo mi experiencia y apoyando una misión enfocada en generar una mejor calidad de vida para todos los socios.
Hoy, festejo casi 20 años de ser cooperativista desde los dos frentes: socio y colaborador, lo cual me ha brindado no solo un crecimiento personal muy valioso, sino también la satisfacción de poner mi granito de arena a favor de este movimiento.